Día de las mujeres
Mi condición de persona que escribe me acompañó desde la infancia, pero mi decisión de ser escritora implicó un camino a recorrer en la adultez. Tal situación está íntimamente ligada a mi género y a la época en la que crecí. Tengo 52 años, soy hija de las mujeres que ya habían salido al mercado laboral, pero a las que no se les estaba permitido cuestionarse la elección de la maternidad.
Estuvo bien que trabajara y ganara mi dinero, pero la idea de ser madre era una imposición dogmática que ni se me cruzó por la cabeza intentar romper. De hecho tener hijos me resultó natural y sencillo hasta que me encontré con la novedad de que la maternidad no me “completaba”, como se usaba decir en aquel entonces. Como si el hecho de traer hijos al mundo nos terminara de otorgar la condición de ser vaya una a saber qué cosa.
La cuestión es que mis tres hijos me colmaron de felicidad, tal como prometía la sociedad pero la sensación de incompletitud seguía dentro mío. En la búsqueda por acallar ese vacío vertiginoso, en el que me encontraba, apareció la escritura. Que ya estaba. Que estuvo siempre en mí, incluso antes de ser mujer. La escritura no me completó pero me enseñó a que esa incompletitud se puede volver literatura.
Se me pide que reflexione sobre el hecho de ser mujer en estos tiempos y se me ocurre que, en mi caso, ser mujer es sinónimo de ser un habitante de la tierra que busca la propia felicidad más allá de los mandatos de género.
El feminismo fuera de Argentina
Hace casi un año que vivo en una ciudad universitaria del centro de Italia. No voy a contar lo que extraño, no voy a entrar en la melancolía, voy a decir, en cambio lo que reconozco de mi país y me gustaría que fuera imitado en el viejo continente: el camino que las mujeres argentinas han hecho estos últimos años. Cuando una se aleja, la perspectiva es otra y desde acá reconozco errores, fracasos y desmesura. Bienvenidos sean estos tres sustantivos que me permiten observar esta sociedad en la que vivo hoy, donde el confort y la seguridad económica son irreprochables pero que, cuando en las librerías pido literatura local donde se interpele el lugar de la mujer hoy, no saben qué ofrecerme.
Abrí este artículo escribiendo sobre las mujeres que me antecedieron y quiero cerrarlo con las que me preceden. Las que tiraron en la sobremesa los temas que incomodaron a los tíos, tías, a los abuelos y a algunas abuelas pero abrieron un debate que, acá donde vivo hoy, se discute en voz baja. Como si la violencia, los abusos, el derecho a maternar fueran noticias que salen en los diarios pero que están lejos de la intimidad cotidiana. Siento que las mujeres argentinas están en la vanguardia, que vivir en el extremo más recóndito del planeta no les impide gritar y mover el tablero para seguir denunciando desde el mansplaining hasta los femicidios y porqué no reivindicando la incompletitud. Aplausos de pie este 8 de marzo para las mujeres argentinas, las que fueron y las que serán.
Nota publicada en el Diario El Día de la ciudad de La Plata el 5 de marzo 2023